Mi nombre es Jorge Císcar y soy un fotógrafo de viajes. Dentro de esta disciplina tan amplia, estoy especializado en paisajes naturales y urbanos, y también es este tipo de fotos el que más practico cuando no viajo.
La fotografía me llamó la atención desde bien pequeño, su capacidad de capturar momentos con todo detalle me parecía cosa de magia. A pesar de mi interés y mi curiosidad por esa caja mágica, el inicio no fue fácil porque dejar una cámara a un niño tenía su peligro en aquella época, porque los carretes y revelarlos suponía un alto coste.
Así que tuve que esperar a la llegada de la era digital para que se me abriese una puerta para retomar el tema. En 2010 cayó en mis manos mi primera réflex digital, una Nikon D3000 que era la cámara más básica del catálogo, pero para mí era súper profesional. De primeras empecé a formarme con libros y vídeos gratuitos, especialmente en aprender el manejo de la cámara y en técnicas específicas de cada disciplina.

Los años siguientes los pasé, erróneamente, centrado en mejorar mi equipo. En 2015 ya tenía un equipo completo full frame de Nikon, pero por suerte un tiempo antes ya me había dado cuenta de que el equipo no servía de nada sin tener unos conocimientos adecuados.
Y digo por suerte porque coincidió con la época en la que empezamos a viajar más a menudo y a destinos remotos a los que no sabía si podría volver a fotografiar: USA, Indonesia, Emiratos Árabes, Japón, Myanmar… Me formé seriamente adquiriendo tutorales y asistiendo a cursos, y ahí fue cuando vi una evolución muy rápida en mis fotos.
Llegados a ese punto, decidí crear una página web donde mostrar mi porfolio y también un blog gratuito donde contar los recorridos de mis viajes y las localizaciones más interesantes de cada destino, para que fuera útil para otros fotógrafos que fuesen a viajar allí. Aparte enseño lo que he ido aprendiendo en cuanto a técnica y procesado.
Creo que nos ha pasado a todos, cuando cae una cámara en nuestras manos queremos hacer de todo. Retrato, paisaje, fauna, macro, deportes… Pero no hay que obsesionarse por encontrar cuál es nuestra especialidad, sino que el tiempo nos decanta por una u otra de forma natural. En mi caso, la pasión que sentía por los viajes y la naturaleza hizo que me decantase por fotografiar los rincones más bonitos del mundo, ya fuesen maravillas naturales como obras arquitectónicas hechas por el hombre.

Soy muy cacharrero, y he pasado por muchas cámaras y objetivos. Llegué a hacerme un gran equipo Full Frame de Nikon, pero muchas veces se me hacía pesado cargar con todo cuando tenía que viajar. Busqué alternativas más ligeras y finalmente, tras hacer unas pruebas comparativas y no sin cierto temor, lo cambié todo por un equipo mirrorless APS-C de la marca Fujifilm.
Mi cámara principal es una Fujifilm X-T2, la cual me ofrece un rendimiento muy bueno para el tipo de fotografía que yo hago, que es reposada (con trípode, filtros, enfoque sencillo e ISO base normalmente). No es la cámara perfecta, las hay más potentes incluso dentro del catálogo Fujifilm, pero me basta para mis necesidades. Si precisase de un autofoco más rápido o mejor respuesta a ISOs altos me plantearía una X-T3 o la recién lanzada X-T4.
Mucha gente tiene cierta “psicosis” sobre usar APS-C en vez de Full Frame, y he de admitir que esos fantasmas rondan en mi cabeza de vez en cuando. Pero lo cierto es que salvo que realices muchas fotos a ISO 1600 en adelante apenas vas a notar diferencia, y en mi caso eso sucede muy pocas veces. Si realizase mucha astrofotografía o eventos en condiciones de poca luz me iría a una Full Frame, porque en esos casos extremos sí tendría un pasito de mejora.

Tengo una gama relativamente amplia de objetivos para cubrir cualquier situación en la que me pueda encontrar: Fujinon 10-24mm f/4: zoom gran angular de Fuji que utilizo para potenciar el primer plano en paisajes o cuando me encuentro en sitios muy pequeños y quiero abarcar un mayor campo de visión.
Fujinon 16-55mm f/2.8: a pesar de que el paisaje se suele asociar a grandes angulares, esta es la óptica que más uso con diferencia. Tiene un rango focal muy polivalente que me permite hacer desde paisajes a retratos en un segundo y sin cambiar de objetivo, lo que me viene genial mientras viajo. Aparte ofrece muy buena calidad de imagen y su apertura me permite realizar buenos desenfoques y captar luz aún cuando escasea.
Fujinon 55-200mm f/3.5-4.8: pocas veces utilizo rangos focales largos, pero en determinados viajes se hace necesario un teleobjetivo. Por ello, pese a que en el catálogo de Fuji existe un 50-140mm f/2.8 de una calidad excelente, decidí quedarme con este 55-200mm que me ofrece algo más de versatilidad y ligereza a mitad de precio.

En viajes nunca sabes qué situaciones te vas a encontrar, y me gusta documentarlo todo tal cual lo percibo sin que me limite el equipo que lleve montado.
Además, en paisajes no siempre podemos movernos del sitio libremente. Por eso la mayoría de veces opto por objetivos zoom.
Eso no quita que me divierta con objetivos fijos. Los suelo usar cuando sé en qué condiciones voy a trabajar y para ir más ligero. Así pues, tengo: Fujinon 23mm f/2: me permite retratar mostrando también la localización. Es muy ligero y tiene una buena apertura por lo que también puedo desenfocar si lo necesito.
Fujinon 35mm f/1.4: una lente que da un resultado muy especial. La uso sobre todo para hacer retratos, y para conseguir fotos de calle con mayor desenfoque.
Samyang 12mm f/2: es un objetivo manual y bastante económico. Lo monto muy pocas veces, y lo tengo más que nada para fotos de Vía Láctea. Al ser un gran angular luminoso permite exponer más tiempo y capturar las estrellas estáticas.
A plena apertura es muy blando en esquinas, pero a f/2.8 mejora bastante. Para fotografía callejera rinde muy bien disparando entre f/4-f/5.6 y enfocando a infinito.

A lo largo de estos años he ido acumulando un montón de mochilas de distintos tamaños, pero la que uso asiduamente es una Manfrotto Manhattan Mover 50.
Es versátil, permite llevar un portátil, ropa y/o comida, y el trípode. En ella me cabe prácticamente todo mi equipo.En cuanto a accesorios, los más importantes para un paisajista son el trípode y los filtros.
Trípodes tengo varios de distintos tamaños y pesos, pero hace un año compré un Sirui W-2204 y prácticamente lo uso para todo. Es de carbono, suficientemente robusto y con un peso adecuado para viajar sin que pierda estabilidad.
En cuanto a filtros he optado por la marca LucrOit, que ofrece muy buena calidad y versatilidad. Tengo un ND de 6 pasos, otro de 10, un filtro polarizador y un degradado inverso de 3 pasos.
Otros accesorios indispensables son: un disparador remoto/intervalómetro, un plato en L para tomas verticales, un raíl nodal y una base niveladora para panorámicas, así como una linterna (Maglite 3D) o flash (Yongnuo 560 III) para iluminar escenas nocturnas. Tengo muchísimas más cosas pero ya son de un uso más esporádico.
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