Mi padre era un apasionado de la fotografía y mi infancia me la pasé encerrado con él en su laboratorio, bajo la cálida luz roja y el olor a reactivos, ayudándole en los diferentes procesos que tiene la fotografía analógica en blanco y negro. A medida que fui creciendo, empecé a formar parte de la agrupación de fotografía L’Art de la llum de Onda (Castellón) en la que realicé mis primeros concursos, exposiciones y tuve la suerte de ganar algunos premios.
Cuando empecé a estudiar arquitectura, descubrí una disciplina de la fotografía que aún no estaba entre mis registros y empecé a desarrollarla paralelamente con la arquitectura. El hecho de estar trabajando en un estudio de arquitectura durante 6 años, me permitió fotografiar muchos de sus proyectos e ir cogiendo experiencia con los años.

Pienso que la fotografía es la mejor herramienta que tiene el arquitecto para transmitir esa atmosfera que el usuario percibe cuando habita un espacio arquitectónico. Pero reflejar esta experiencia en una fotografía no es nada sencillo, se necesita mucha rigurosidad y reflexión para poder trasladar estas sensaciones al espectador.
Para ello, cuando realizo un reportaje fotográfico hago un estudio previo del proyecto, mediante planos y fotografías que me manda el arquitecto. De este modo, conozco el proyecto antes de visitarlo y sé en todo momento cómo incidirá la luz en sus espacios durante todo el día y así puedo captar la mejor fotografía de cada espacio.

Actualmente trabajo con la Nikon D800. Se trata de una Full Frame de 36,3 megapíxeles muy apropiada para la fotografía de arquitectura. Es una cámara robusta que necesita de un trípode para evitar vibraciones, pero su ergonomía es fantástica, ya que su agarre es tan cómodo que suelo usarla sin correa.
Con los años he ido adquiriendo muchos objetivos, dependiendo del tipo de fotografía que he ido haciendo. Pero desde que me centré en la fotografía de arquitectura, suelo utilizar mayoritariamente sólo un par de ellos.
Actualmente, tengo un descentrable Nikon PC-E 24mm f/3.5D, un Tokina 11-16mm f/2.8, un Nikon 18-70mm f/3.5-4.5G, un Nikon 18-105mm f/3.5-5.6 y un Tamron 70-200mm f/2.8.

Pero los que suelo usar son:
Nikon PC-E 24 mm f/3,5D. Se trata de un objetivo TS (till and shift), también conocido como descentrable, que permite un desplazamiento lateral y una inclinación. En el mundo de la fotografía de arquitectura, este objetivo facilita mucho el trabajo para evitar las fugas en las verticales, pero tampoco es imprescindible, ya que en el proceso de posproducción estas fugas se pueden corregir de forma más laboriosa y costosa. Este objetivo es el que suelo utilizar para fotografiar la mayoría de los espacios, ya que es el que representa los espacios con mayor naturalidad.

Tokina 11-16mm f/2.8. Este objetivo lo utilizo para fotografiar alzados donde tengo poco espacio en la calle. Hay que ir con mucho cuidado porque deforma mucho en los laterales de la fotografía y en ocasiones puede alterar bastante el espacio. Sí que es verdad que, en mi fotografía caracterizada por acentuar las diagonales o los elementos representativos del espacio, este objetivo me permite conseguirlo con mayor facilidad. Pero como he dicho antes, suelo usarlo poco para fotografiar espacios interiores.
Tamron 70-200mm f/2.8. Este objetivo sólo lo he utilizado en dos ocasiones, pero me salvó de un apuro. En mis reportajes trato de elaborar un relato en el que voy contando el edificio conforme lo percibe el usuario. Desde el momento en el que el usuario se va acercando a la vivienda, pasando por sus estancias más “públicas” y terminando por las más “privadas”, como pueden ser los baños. En esta ocasión, se trataba de un reportaje de una vivienda que se encontraba en medio de un parque natural y este objetivo me permitió fotografiar la casa desde la montaña de enfrente para mostrar el entorno en el que se encontraba.

En mi mochila, dependiendo del tipo de reportaje que vaya a hacer, elijo un material u otro, pero siempre intento ir lo más ligero posible. El trípode que siempre llevo conmigo es el Manfrotto 290 xtra con Rótula MH804-3W de 3 secciones y me permite darle una gran estabilidad a la cámara.
Entre los pequeños accesorios que llevo dentro de la mochila me gustaría destacar el disparador remoto Pixel RC-201, que es imprescindible para evitar la trepidación en las fotografías. Por último, dispongo de un grip que me permite almacenar otra batería me permite realizar sesiones fotográficas más largas, sin tener que preocuparme por la duración de la batería.

Web y redes sociales
Web: lluisbortcerezo.com
Instagram: @lluisbortcerezo
Foto de portada: Centro de Remo de Alange (Mérida) – José María Sánchez García