Soy Sergio López, gallego afincado en Barcelona, aficionado a la fotografía desde hace 14 años y profesional desde hace algo más de 6. Mi primera cámara fue la típica que conseguías reuniendo cupones con el periódico, no tenía ni marca.
Al principio fotografiaba principalmente a mis amigos practicando skateboarding, paisajes o algo de la arquitectura modernista de mi ciudad natal, Ferrol.
Poco a poco fui mejorando las cámaras que pasaban por mis manos, siempre con bastante mesura y asegurándome de que iba a sacar partido a cada compra que hiciese.

Aunque estudié Ingeniería de Diseño de Producto, terminé trabajando como fotógrafo de interiores y arquitectura dentro del departamento de Marketing Digital de una empresa de hoteles. No había más fotógrafos en la empresa, así que fui aprendiendo de forma autodidacta por Internet o preguntando a otros profesionales.
La fotografía era lo que me mantenía despierto por las noches editando o investigando, una señal de que era el camino que debía escoger. Hoy en día trabajo por mi cuenta sobre todo para hoteles, interioristas o algún estudio de arquitectura. Las fotografías que hago son una herramienta más para apoyar la imagen de marca y las estrategias de marketing de las empresas que me contratan.

Como decía, soy un consumidor bastante consciente e intento mantener mi equipo lo más ligero posible. Eso simplifica las cosas a nivel operativo, además de aligerar mi maleta cuando tengo que desplazarme o viajar.
Llevo varios años utilizando una Nikon D5100. Lo que más me gusta de esta cámara es su tamaño, ligereza y, sobre todo, su pantalla abatible. La encuentro muy útil cuando tengo que componer una foto con el trípode pegado a la esquina de una estancia sin poder mirar a través del visor de la cámara. No tengo otra cámara simplemente porque no la necesito y, a nivel de negocio, no sabría cómo justificar el gasto. El 99% de las fotos que hago son para web, redes sociales o impresiones de pequeño formato.

Tengo dos objetivos, un Sigma 10-20mm f3.5 y un Nikon 24-120mm f4. Ambos se convierten en un 15-30 y un 36-180 con el factor de recorte de mi cámara.
El 10-20 es el que más utilizo. Siendo gran angular, me permite componer en espacios reducidos, aunque siempre trato de huir de las típicas deformaciones que producen esta clase de objetivos. Intento que las fotos que hago se parezcan todo lo posible a lo que suele percibir el ojo cuando observa o experimenta un espacio, aunque a veces es complicado evitarlas. En esas ocasiones hay que jugar con esas deformaciones para que favorezcan la composición en lugar de convertirse en una distracción para el cerebro.
Mi otro objetivo, el Nikon 24-120mm, lo utilizo simplemente para rincones o detalles, es decir, cuando el zoom del 10-20 no me llega.

Utilizo flash en el 90% de mis fotos de interiores. Me permite obtener colores más limpios o crear luces y sombras donde yo las necesito, generando la profundidad y tridimensionalidad que considero adecuadas en cada situación.
La luz, junto a la composición o el color, es uno de los elementos más importantes a la hora de crear este tipo de imágenes. Personalmente, no me gusta dejarlo en manos de una iluminación que puede estar mejor o peor diseñada o de lo que a la naturaleza le apetezca aportar el día del reportaje.

La experiencia psicológica por la que pasa el cerebro a la hora de experimentar un espacio en primera persona no es la misma que cuando lo observa a través de una fotografía. No basta con poner la cámara y disparar sino que es importante controlar todos esos elementos que mencionaba para facilitar las cosas a la mente de la persona que observa.
Además, hoy en día el ámbito del Marketing en el que se mueven este tipo de fotografías es prácticamente una rama más de la Psicología. Todos esos procesos mentales o cómo conviven y nos influencian estas disciplinas artísticas, científicas y económicas es un tema que me apasiona y continúo estudiando casi cada día.
Por lo tanto, debido a esa interpretación personal de mi profesión, necesito un flash externo y un trípode para poder trabajar. Mi trípode es un Benro A1690T, el cual cabe dentro del típico trolley de viaje.

Mi flash es un Godox AD200. También llevo siempre un pie de flash Elinchrom EL31048 y un paraguas plegable Westcott de 109mm, que utilizo sólo cuando no puedo rebotar el flash contra el techo por ser oscuro o demasiado alto.
Respecto a transporte, tengo una pequeña bolsa Manfrotto Advanced Active 5 (25 x 13 x 20 cm) donde guardo cámara, objetivos, flash y otros pequeños accesorios. Esa bolsa, junto a trípode, pie y paraguas, los transporto en un trolley Samsonite normal y corriente.
Esto me permite llevar equipo y objetos personales de forma ligera, discreta y sin cargar ningún peso en la espalda, tanto en la cabina de los aviones como cuando hago desplazamientos más cortos.
Intento que todo lo que llevo conmigo y todo lo que compro tenga una razón práctica, lógica y eficiente para mi trabajo.

Web y redes sociales
Web: sergiolopezphoto.com
Instagram: @sergio.lopez.photo
Youtube: Sergio López
Foto de portada: Fotografía para EXE Hotels (Andorra)