Para mí, no hay nada mas especial y mas espiritual que estar en contacto con los elementos de la naturaleza.
Me alejé de las cámaras a tal punto que no me gustaba aparecer en las fotos y si había una cámara en una reunión familiar o en un viaje, de inmediato abandonaba el lugar.
Coincidí con el despertar de la nueva fotografía de bodas. De repente todo era posible y la fotografía de bodas se convirtió en algo tremendamente creativo y diverso.
Llegar a la cima de una montaña después de una larga caminata y fotografiar paisajes hermosos, pasar la noche durmiendo entre los árboles y hacer fotos del cielo estrellado, me ha permitido una conexión especial con la naturaleza.
Era el típico chaval que se llevaba la cámara desechable a los viajes de estudios y acababa haciendo fotos a todos los paisajes y ninguna a mis compañeros.
Desde entonces casi todas las semanas gastaba carretes que al revelar salían fotos o blancas o negras, así que me “piqué” para saber qué estaba fallando y ahí comenzó mi amor por la fotografía.